sábado, 16 de diciembre de 2017

Regreso a los momentos catárticos

He vuelto a escribir en este espacio de vaciamiento emocional después de tres años.

Tres años en los que quizá me encontraba anestesiada, enajenada (atendiendo a conspiraciones antisistema) o muy ocupada.

A decir verdad, esta última me haría parecer un alma muerta pues, ¿quién no tendría tiempo en tres años para pequeños momentos catárticos? Sin embargo parece la más cercana debido a que engloba a las dos anteriores. Me he mantenido demasiado ocupada intentando vivir enajenada y sin mucho sentido bajo actividades analgésicas; viajar para olvidar la esclavitud de la cotidianidad y la rutina, amando para pretender que el mundo puede salvarse si estamos rodeados de buenos deseos y corazones virtuales, estudiar porque, claro, los intelectuales somos la gran salvación del universo.

Así, pues, bajo la ilusión de la tranquilidad y la ocupación, me fui olvidando de la importancia de plasmar la mierda en palabras escritas.

Curiosamente, al leer a mi vieja yo, soy consciente de la gran carga que he ido dejando atrás y de la importancia de no volver a caer en la trampa de viejas desazones. Pero aún así el espíritu es débil y cae una y otra vez en la podredumbre de las virtudes

Y le llamo podredumbre de las virtudes por el simple hecho de que incluso el más bello sentimiento puede terminar convertido en basura si se le utiliza para el mal o cae en las manos incorrectas. Piense usted en el amor despertando lo más oscuro de una persona o cuando la independencia nos orilla a la locura.

La salud mental, tan poco valorada y tan influyente en nuestras decisiones diarias; desgraciadamente pocas personas se mantienen atentas a las reacciones de su cabeza frente a la vida cotidiana, considerándose temples de acero imposibles de ser penetrados por miedo, el coraje, la autosobrevaloración, la soberbia y el odio. Y es que considera que esos demonios sólo se manifiestan ante la presencia de un acontecimiento malvado/ negativo, pero no. La mierda deviene de algo tan maravilloso y necesario como una exquisita comida.

Cualquiera que esté destinado para ser una manifestación del mal, lo será aún cuando su formación y origen hayan sido pura y perfecta. Sin embargo, prefiero no expresarlo así; el bien y el mal son conceptos impuestos por la cristiandad para castigarnos por hacer cosas incorrectas antes los ojos de sus autoridades.

Desgraciadamente aún no termino de construir mi conceptualización de la misma, así que ya tengo excusa para la próxima entrada.

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