El mundo se está quedando en silencio.
Las trompetas han dejado de sonar,
no un silencio mudo, nada de silencios callados.
Pero cuando la marcha es fúnebre
o los cánticos son de guerra, de ráfagas mortales
prefiero pensar que es la nada, que es un no sonar.
El orgasmo divino que hizo brotar la vida
se ha corrompido, se ha podrido
pues la imaginación y el poder han aniquilado la esperanza
y han inventado la muerte en este universo de todos
pero cada vez de nadie.
Creo que ahora sí, los rifles, han logrado
matar nuestras palabras.
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