domingo, 10 de marzo de 2013

Mi vida hasta hoy en 32 renglones y un pilón (tarea para teoría de la literatura)

Cada nacimiento es una representación del misterio de la encarnación;
el mío, la síntesis de hombre y mujer,
las circunstancias no permitirían una eterna unión
pues mi padre decidió marcharse y mi madre no lo quiso detener.

Aquella infancia, que del recuerdo ya no pasa, caracterizada por la inocencia de la ignorancia
se encontraba en medio de un mundo hostil...los noventas, ¡vaya época para vivir!
pero aún en la inmediatez de la nada, Florecita, mi yo
disfrutaba estar en casa pero amaba en la escuela sentirse feliz.

Pronto vino el día y la noche, dos contrarios que se complementan, sin tinieblas no hay luz y
así vino a mi vida la luminosidad de los siete años pues había entrado como antídoto, la lectura.
"El mar y sus pecesitos" como la madre que acoge, me incluyó al mundo de la imaginación,
naciendo el amor por las letras que en mí eternamente florecería.

Pero no todo era cantos y flores; como los nahuas, poesía.
La muerte, la calaca tilica y flaca, hizo una parada en la estación Flor Campos,
y entonces comprendí la fugacidad de la vida, la ensoñación en que nos sumerge, cegándonos,
y acto seguido, ¡ZAZ! despierta, tu primo ha muerto y el tiempo sigue su curso.

Mi adolescencia, adoleció. Era y no era y, como en todos, la rebeldía de mí se apoderó.
Gustaba del baile y la música rock.
La melancolía que acompañaría el resto de mis días, se manifestaba cual nube en tormenta
y mi lucha por el derecho de los animales comenzó.

Mi espíritu enajenado por la sociedad autómata, deseó salir de la caverna, del mundo de sombras
para encontrar el camino que la llevara a construir un mundo distinto;
joven ingrata que se entregaba a la ilusión de las utopías
casada y enamorada de las libertadoras ideologías.

La preparatoria trajo un poco más de lucidez a mi atormentada existencia,
pero como previo a la tormenta me encontraba en una falsa calma.
Mis logros tornaron en lo artístico y en la virtud de la palabra. Teatro y oratoria.
Quería decantar el alma con mis ideas, con mi voz y poder sembrarla en las conciencias.

Y llegó la tempestad. Aquella inocente que ignoraba,pasando por un estadio de encuentro, caída, transformación, ahora había llegado a un punto sin culminación
La filosofía. Mi cuna de dudas. Un camino tortuoso de soledades. De andar y andar buscando verdades, para llegar siempre a otra pregunta. Ir y venir y no llegar nunca. Y así esperar los años que este poema han de terminar.

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