Algo es seguro, no te he dejado de querer; si es que se le puede llama de alguna manera.
Porque cariño sí fue... lo experimenté aún a sabiendas de tu ser ajeno y tu indiferencia.
Y bueno, no es que haya dejado de quererte, te digo; es que aprendí a quererme a mí misma.
Tampoco creas que el rechazo ha borrado tu forma de mi pensamiento. Qué decepción ¿no? Pensar que se aniquilaría toda esperanza. O quizá la esperanza se aniquiló a sí. Pero quedan residuos de lo que no fue o lo que fue siempre hipoteticamente en un sueño en una ilusión en una nada que es todo en un todo que es infinito. En fin, simplemente no fue, pero no duele como solía doler. Duele de un modo bonito, de tal forma que es un recuerdo latente ya no como un deseo sino como un simple estar ahí. El amor que lo llena todo porque el vacío es aún peor que ese relleno falso de esperanza. Ahora sólo quiero que estés, que existas ... aún estando lejos. Aún estando ajeno, aunque ahora concientemente y quizá con cierta repugnancia.
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