sábado, 3 de marzo de 2012

No soy de aquí ni soy de allá.

Tanto que expresar y tan limitado mi lenguaje. Quizá mi mundo no es tan grande, pasafraseando, de cierta manera, a Wittgenstein.
Hay cierto sentimiento en mí que no considero tan sencillo de plasmar.
La soledad es una vieja compañera de vida. Últimamente, más que una compañera, vida. Presente cuál fragancia cautivadora, pero a la vez seductora fatal.
No es la soledad que se limita al estar solo, con los miles de "yo" habitándome. Es aquella que se aferra al espíritu, aún estando rodeada de personas, aún teniendo excelsas compañías.
Es esa condenada que me hace sentirme desgraciada más de una vez al día y a la que cargo tal como Sísifo con aquél castigo eterno.
Conjuntándose con esa fatalidad de la identidad. No encontrándome en ningún otro. Sintiéndome ajena a cualquier lugar,"Aún estando presente, estoy ausente"

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