viernes, 24 de febrero de 2012

El quinto día de la semana

Los jueves se han convertido en mi desahogo intelectual y emocional. La reflexión a la Hegel (querer abarcarlo todo). Fuera del foco del ágora escolar, mi amiga D. y en ocasiones mi amigo J. y yo, nos reunimos a dialogar sobre una infinidad de cosas (qué uso tan curioso el del infinito aquí).
Es reconfortante, tras existir la confianza de hablarlo todo, sin la presión de la precisión, pues sabemos que, de ser posible, nos corregiremos en el camino, entre risas y sin culpas. Existe el verdadero diálogo, dónde el gran fin es el compartir nuestras verdades, el llegar a una posible certeza para seguir cuestionándonos sobre ese todo y esa nada.
No buscamos el sobresalir, el quedar bien, el complacer al otro, simplemente ayudarnos en la búsqueda, porque al final de cuentas, no es una lucha de egos, es un fin en común.
Entre otras cosas que omitiré, los jueves son mi espera fiel. Además, se conjuntan la idealización con la realización. Mientras se encuentra a quien sólo puedo decirle <<hola>> y como bella contradicción, a quien puedo declararle mi pensamiento entero.

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