miércoles, 7 de septiembre de 2011

¡Oh, dulce concupiscencia de la carne!
Refugio de los pecadores, consuelo de
afligidos, alivio de los enfermos mentales, diversión de los pobres,
esparcimiento de los intelectuales, lujo de los ancianos.
¡Gracias, Señor,
por
habernos concedido el uso de estos artefactos, que hacen más que gustosa
la estancia en este Valle de Lágrimas en que nos has colocado!

No hay comentarios:

Publicar un comentario